© todos los derechos reservados

© todos los derechos reservados

12 oct 2012

Primera carta


Se hallaba sentado rodeándose las rodillas con los brazos, apretando una muñeca con los dedos de la otra mano. Y miraba a lo lejos. Estaba al pie del lago de superficie tan quieta y limpia que parecía la pulida superficie de un espejo. Un espejo sobre el cual se reflejaban todos los árboles que crecían al rededor sin perder en su réplica ni una sola tonalidad de sus vivos colores naturales. El sol se filtraba entre las ramas y lo volvía todo dorado. Lo enriquecía, como un tesoro dentro de un cofre recién abierto.El guerrero se sentía cómodo en aquel espacio tan alejado de sus habituales campos de batalla. Significaba todo lo opuesto sus costumbres y se sentía plácidamente mecido por otro tipo de sensaciones. El sol caldeaba su cuerpo amorosamente, de forma distinta a como lo hacía cuando se encontraba en medio de una batalla, cuando el mismo calor, amado y buscado, le aturdía los sentidos.
-He viajado tanto-dijo finalmente después de unos largos minutos meditando en completo silencio-. He visto tantos lugares, me he visto en una obligación tan imperiosa de abandonar constantemente todo lo que he tocado que me he dado cuenta de lo valioso que es todo eso. Existen bellezas en este mundo de las que no había sido consciente hasta ahora. Ahora, que se ha creado ante mi un mundo tan basto y extenso que no puedo comprenderlo ni abarcarlo. Ahora que lo aprecio todo debo contemplar como se me escapa de entre los dedos para seguir hacia delante por un sendero incierto.
La joven Kyrie sonrió complacida. Era bueno oír aquellas palabras del hombre de imbatible voluntad guerrera.



1 comentario: