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8 nov 2012

Soy un señor con bigote


La ciudad en la que vivo, Pontevedra, se ha convertido en cuestión de unos 5 años en un hervidero de pijos. Los hay por todas partes, de todos los tamaños y colores. Muchos de los locales de taja y birras metalerillos han cerrado, traspasado y/o convertido en antros pulcros y blancos o dorados. Pontevedra es una permanente fiesta de graduación, con todos esos tacones y vestidos a juego. Lo que me consuela es que es todo absoluta fachada. Oír a una pija que esa misma noche combina lentejuelas tamaño CD con plata vieja abriendo la boca para soltar en gallego un gruñido gañán del Orense profundo, es sobradamente enternecedor.

A lo que iba, han abierto hace un año un claire's. Un chino con mil cosas de chino pero para pijas, es decir, para cuando te quieres gastar por unos pendientes de aro de plástico 10 euros. Allí es a donde vamos mis allegados y yo cuando queremos pasar unas tardes de risas probándonos las mil mierdas inútiles, horteras y super prácticas que te puedes llevar si estás dispuesto a dejarte la paga del mes.

Amor para todos.



Señorita Porta con su flamante sudadera de Rammstein de la cual no se ve nombre.

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